10.7.15

Obligación de la primera persona. El Yo.

Una vez mas te encontré entre todo el verde, y encontré el verde en vos. Las horas tempranas y el obscuro que invadía todo y a todos se sentían cómodos con el frío del pleno invierno; que de alguna manera aprendiste y aprendí a coartar todo, a colorear todo con tu calma que de alguna manera mancha todo la sombra en mi sin represión. Ay, te extrañé. Tantas veces y de cuántas formas te miran y te van a mirar, todos van a experimentar tu esencia diferente. Fui, voy a ser y soy capaz de entrar en ese bosque otra vez. 
¿Qué tan necesario es escribirte? Un mínimo, pero, ay, como me satisface. Yo sólo te escribo desde acá. En la conciencia de entenderte ignorante como destinatario, y el regocijo de igual comprendernos uno a pesar de las horas, los metros y los mambos pero sin confundir todo esto con rojos. Abrazame fuerte y dame un beso que ya me voy. Me tengo que ir. No esconderse casi es libertinaje.
El efecto Su Sonrisa. Climas corrompidos, átomos reencontrados, el gran John te agradece incluso mas que yo. El té puro, el whisky malo, la gente ahogándose desacostumbrados entre tanto natural. ¿Qué tan molesto es no poder escribir de nosotros? Lo suficiente.