17.2.13

Madrugadas afloradas

No quiero obsesionarme ni perderme u olvidarme de mi pero cuando son las cuatro de la madrugada y cierro los ojos fuertes para no ver la realidad, ahí, justo en ese momento, es cuando mi cabeza me castiga y me grita: ya es tarde.
Y un unisono empieza el pánico, el hambre, la desesperación, la miseria, la ansiedad, la abstinencia y el sentimiento interminable de que me estoy cayendo y nadie me dá la mano para sostenerme.