7.1.13

Él sabe; él que seduce las notas, que disfruta, que tiene la sonrisa de un paraíso. No sólo lo miro, lo admiro. Lo siento en mis pestañas, en mis uñas, en mis rodilas. Tan irrompible, tan rápido, tan prometedor. Es tan simple amarlo, tan placentero abrazarlo, tan motivador tenerlo. Y, sin embargo, no puedo evitar la culpa. Culpa. En el alma, en las venas.
 La culpa como un revolver apretandomé la sien, como una hermana diciendo que tengo que correr.
Las manos me lastiman pidiendomé que le vuelva a escribir; espero, me muero, escribo y revivo. Pero no quiero sólo escribirle; quiero que me lea, me corrompa, me entienda. Tengo que hablarlo, sacarlo finalmente de mi y poder amarlo en paz. No ignoro que va a doler, pero cuando el dolor se extinga, entre las cenizas solo quedara libertad.
Meses soñé con sentarme a tomar un café con él, poder declararle en la cara mis razones. Poder envidiar de mas y mas cerca sus opiniones, admirar mas claro sus reproches, sentir mas en el alma sus 'te amo'. Nunca me es suficiente pero me conformo con que la brisa me convierta en destinataria de su pestañeo.