4.12.12

Quería reirme, alegrarme, llorar, sufrir, bailar, salir, tomar, fumar, volver, viajar, extrañar.
Lo único que anhelaba era vivir lo que florecía de mi alma ¿Porque me era tan dificil?
Era un cuerpo inmundo que no era; no tenía escencia, porqué, razones. Respiraba, sí, pero no sabía por qué. Caminaba sin destino con una botella en la mano y cien cartas en el bolsillo, evitando espejos para no asustarme: veía mi reflejo y un hilo frío recorría mi espíritu. No me reconocía. 
Me pasaba las noches pensando: ¿Quien soy? ¿Que soy? Tenía la convicción de que no valía la pena levantarme al otro día, y sin embargo lo hacía. 
En el borde del abismo suprimía todo mientras las gotas de lluvia oxidaban esperanzas y borroneaban canciones. No lloraba, no sentía; era súbdita de Satanás y mano derecha de La Muerte.