30.7.12

Hoy quiero su sonrisa, quiero sus ojos. Lo quiero abrazandomé, resguardandome, salvandome de todos los demonios que de a poco se apoderaron de mi, que me ganaron la guerra, que me dejaron sin respirar; los demonios que no me permiten correr a abrazarlo y perdile perdón.
Sincerandomé, no hay nada cómo su cuerpo juntos al mío. Me transmitía paz, pero ahora no puedo estar cerca de él sin sentir un mar de angustia adentro mío que se avalanza, anticipando lágrimas inevitables. Lo amo, pero no lo quiero.